31.1.07

Diez millones de pesos

Oscar Pantoja

Mi mamá se murió de cáncer. Duró cerca de un año sufriendo. El cáncer en el estómago la mató. Yo la vi pudrirse en menos de un año. Mi hermano y mi papá la visitaron muy poco. Fueron al entierro y después volvieron a sus respectivas casas. Yo fui el único que la cuidó. Me quedé viviendo en la casa con ella. Cuando murió creí que iba a ser el dueño de la casa, sólo que ella no había alcanzado a dejar ningún testamento. No se lo reprocho, estaba bastante ocupada con su asqueroso dolor muriéndose. A mí la casa no me preocupaba, pero cuando ella murió fue distinto. La casa empezó a gustarme. Claudia venía a verme y se quedaba conmigo. Con ella empecé a usar la cocina, la sala, el dormitorio de mamá. Vivíamos en el segundo piso, donde ella siempre había vivido. Me sentía tranquilo. Mis amigos me visitaban y de vez en cuando nos tomábamos unos tragos y nos fumábamos unos porros de marihuana. También hacía asados en la terraza. Era un gran programa. Arrendé el primer piso que estaba desocupado. Se lo arrendé a una muchacha que tenía dos niños y el marido la había abandonado. Estuvo cerca de un año viviendo en el apartamento y sólo me pagó dos meses de arriendo. A mí la plata del arriendo no me importaba, en el fondo lo que quería era ayudarla. Yo tenía trabajo y no tenía problemas de dinero. Con lo que ganaba me alcanzaba para pagar los recibos y los impuestos de la casa. Andaba contento con Claudia, mis amigos y la casa.





Un día me llamó mi hermano. Había pasado casi un año desde la muerte de mamá. Mi hermano es el mayor, sólo somos los dos. Está casado y tiene tres hijos. Trabaja como ingeniero eléctrico. Me saludó y me preguntó sobre lo que estaba haciendo. Le dije que estaba trabajando en lo mismo de siempre, vendiendo repuestos para máquinas de oficina. Me preguntó por la casa, dijo que teníamos que arreglar lo de la herencia y me propuso venderme su parte. Yo le pregunté cuánto costaba. Dijo que lo iba a pensar y luego me llamaba. Después nos despedimos. Me quedó sonando lo de comprarle su parte, el problema era que tenía muy poco dinero ahorrado. Empecé a trabajar duro para lograr un capital y meterlo a un banco. Pensé en pedir un préstamo en el banco. Le conté a Claudia y ella me apoyó. A algunos amigos también les conté y ellos se alegraron.

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